jueves, 31 de mayo de 2018

domingo, 27 de mayo de 2018

Escribir en primera persona


Hace un buen rato que me vengo escapando de la primera persona al escribir crónicas, incluso en la literatura. A veces quisiera hacer como Juan Luis Martínez, que optó por tachar su nombre, pero aún así se leía...con el fin de que sean las voces de otros las que hablen. Que ellos cuenten la historia.
Pero me encontré con una presentación de Martín Caparrós que hace un tiempo atrás ya había leído, pero no recordaba si había visto el video de registro, así que puse play y me encontré con esta joya... luego de que con la muerte de Tom Wolfe revivieran algunas de sus publicaciones sobre la crónica y el nuevo periodismo y entonces el abuelo, a modo de balance e incluso de autocrítica, opinó que hubo algo así como una sobredosis de primera persona en todo ese movimiento que hasta el día de hoy nos acompaña; la frasecita me quedó dando vueltas...
Y ahora la tarjo. Porque sí, hay que escribir en primera persona, incluso directamente también registrar lo que otros dicen. Caparrós tiene razón, develemos que es una persona la que escribe, pongamos luz sobre la humanidad que es parte del texto, esa humanidad que está llena de biografía, historia, contexto, paradigmas de la época y las miradas del mundo de su autor, incluidos sus cariños y valores. Y también, por cierto, sus cegueras.


sábado, 26 de mayo de 2018

Cuando conocí a Pablo Azócar

Algunas vez leí "Natalia" de Pablo Azócar. Era adolescente y me mostró un mundo que no conocía -mucho más liberal y bohemio,  pero también le puso palabras a mis sentimientos durante bastantes años. Me divirtió, quise también ser Natalia, la protagonista, pero más bien me parecía a Lucía en eso de andar leyendo y escuchando música y diciendo cosas que en ese entonces a mí me parecían inteligentes. 
Luego leí  su libro de cuentos "Vivir no es nada nuevo" y volví a caer rendida ante su pluma, sin saber muy bien qué era lo que me enlazaba a esa mirada de mundo, a esa sensibilidad, a esa prosa a ratos muy directa, otras en cambio completamente poética. Iba desde temas políticos, el exilio, el  continuar batallando con los asesinos impunes en democracia, hasta el amor y el desamor, el escritor olvidado por la editorial, relatos policiales, suicidas, locos. 
También encontré ese libro difícil de catalogar que es "Pinochet epitafio de un tirano", de ámbito periodístico en el que escribió cosas que nadie quería decir por esos años en este país, por ese acuerdo en el que todos los editores de los medios supervivientes suscribían, de no molestar mucho, no decir mucho, censurar palabras como dictadura, opiniones, en ese llamado que sentían a "cuidar la democracia" y que demoró muchos años en romperse. Pablo estaba de vuelta en Chile y no encontraba ninguna razón par seguir ese juego, si no todo lo contrario. Cuarto Propio se atrevió con el texto. Hoy es imposible de encontrar pero creo fue un aporte para las generaciones más jóvenes de ese tiempo.
Pablo escribió Natalia y se fue de Chile. Se ganó un par de premios y me parece que no vino a recibirlos. Me daba la impresión que no quedó demasiado conforme con ese libro con el que Planeta comenzó a publicar a la nueva narrativa chilena. Es más, años después cuando regresó, se extrañó que el libro se hubiera conservado, que fuera conocido en el mundo universitario, que se hicieran lecturas. Una vez vino a Copiapó presentando su nuevo libro a una feria, lo entrevisté y conversamos un buen rato, recuerdo que le conté que su novela también era de culto en el norte, que al menos yo lo había vivido y tenido noticias en La Serena, Copiapó y Antofagasta. Años después se atrevió a reeditarla, porque hasta entonces la edición era traspasada en fotocopias y libros usados de esa única edición de 1990.
Bueno, todo esto para decir que es un escritor que me ha marcado. 
Tuve la suerte de conocerlo mejor años más tarde. Cristian, mi pareja, por ese entonces tenía una fluida relación con Cuarto Propio y le ofrecieron traerlo a Copiapó, ya que Pablo estaba presentando su último libro de poemas, que, por cierto, es magistral. Ya sé, hoy escribo como fan y cercana, incluso amiga, pero si debo hacer un comentario literario puedo fundamentar la misma opinión sobre "El placer de los demás". Pedimos alguna colaboración al Consejo de Cultura, que se puso, y no recuerdo con qué otros aportes y un presupuesto por cierto muy modesto, logramos hacer un taller literario para escritores una tarde de sábado, un café, la presentación de su libro y, por cierto, una salida nocturna.
En la presentación Frascisco Quiroga tocó la guitarra acoplándose a la lectura de la poesía de Azócar, Sergio Gaytán hizo una breve reseña crítica, Cristian y la editorial hablaron de su carrera literaria y del libro. Le conté que estaba escribiendo un libro sobre historias de periodistas y me pidió que le contara más. En el taller leí un pedazo de uno de los textos y me recomendó "que la periodista no se coma a la escritora", consejo que hasta el día de hoy debo velar por seguir.
Más tarde tomé un taller literario con él, como de cinco o seis meses, de una sesión por semana donde revisábamos mis trabajos, me recomendaba autores, corregía, hablábamos un poco de la vida y se transformó en un maestro. Yo había dejado mi trabajo de ese entonces y trataba de combatir la enfermedad de mi hijo mayor, en uno de sus peores momentos, a eso me dedicaba por esos días, con un gran estrés, y el único rato en que me abstraía realmente de tanta cosa, era escribiendo en las noches y en el taller con Pablo. Debo aclarar que las sesiones las hacíamos por skype, él en Santiago y yo en Copiapó.  Fue de una gran generosidad para compartir conmigo como en algunos momentos dolorosos o difíciles para él la literatura había sido una brújula, eso de apretar las manos, poner la espalda firme, la mirada en la pantalla y asumir la postura del samurai y escribir. Eso hice muchas veces.
Ahora he perdido el contacto con él, hecho que por cierto lamento, pero supongo que alguna vuelta de la vida nos permitirá a retomar el contacto. Espero volver a leerlo pronto, si quiere escribir, como periodista o escritor, porque sigue siendo uno de mis autores favoritos aunque actualmente no se hable mucho de él, con su activa colaboración porque prefiere el bajo perfil. Hoy rescato esta imagen. La construí con una frase que anoté con un consejo que un día me dio, al comentar un error en un texto, y que anoté en una esquina del cuento que ese día corregíamos:

Pd; Debo decir que el lenguaje de género lo agregué yo, para que sirva más, porque en el momento fue una frase dirigida a una mujer. .

Alejandro Zambra escribió: