Por Nataly Gonzalez.
“Olas
de Barro” es un libro de crónicas, por lo tanto es no ficción: “Nada es ficción
en este libro”, nos dice la autora.
Por
lo mismo tiene un tremendo valor: valor periodístico, valor testimonial, de
rescate de la memoria y me atrevo a decir que incluso reparador para quien lo
lea, y sobre todo para esas mujeres y hombres protagonistas de cada historia
acá contada, quienes compartieron sus testimonios -que hoy ven publicados en
este libro-, porque la verdad tiene un
fuerte sentido reparatorio; porque la palabra -en este caso escrita- permite resignificar lo vivido.
Jéssica
Acuña nos dice en la introducción que quiso contar las historias desde abajo,
no desde expertos e instituciones. ¿No es acaso eso lo que debería hacer siempre
el periodismo? Muchas/os podemos decir
que si, pero sabemos que no siempre es de esta forma, las fuentes suelen ser
las oficiales, las institucionales, las poderosas, por eso es aún mayor el
valor de este texto.
Los
aluviones en Atacama los cargamos todas y todos en el cuerpo, allí queda esta
experiencia, como cualquier otra. Independiente del grado en que nos afectaron,
todas y todos en Atacama lo vivimos, el aluvión pasó por nuestros cuerpos, es
en ellos donde todos nosotros cargamos la tragedia.
Hoy
podemos relatar “nuestra” historia de esta emergencia; cada una y uno de
nosotros puede contar “su” historia de cómo vivió los aluviones y con eso armar
la que es una historia colectiva. Eso hace este libro, que tiene como resultado
una historia coral con diversidad de voces, pero que finalmente es una historia:
la de todas y todos. Y por eso es también un libro espejo, en él, cada uno de
nosotros se reconoce como parte de una historia: la del 25M en Atacama.
Hay
un tremendo trabajo de reporteo, de recopilación de testimonios, entrevistas,
encuentros con las y los protagonistas, investigación en terreno, que convierte
a Olas de Barro es un testimonio importante, que recoge la voz del pueblo, sus
experiencias, las hablas y los saberes de mujeres y hombres: en resumen, “su
verdad”.
Voces
donde encontramos crítica política y crítica social que tenemos que ser capaces
de escuchar, mirar, comprender y responder.
Hay
saberes también, esos saberes populares que parecen tan desvalorizados hoy en
día ante “lo científico” y ante “lo técnico”. Acá están nuestras abuelas y
abuelos de Atacama, quienes habían escuchado de sus abuelas y abuelos, que la
defensa no era suficiente, que la
quebrada algún día se va a venir, que la naturaleza tiene vida, que el agua es
traicionera, que el río siempre vuelve a su cauce.
Todo
esto contado a través de diversos estilos de crónica periodística, como Nuevo
periodismo latinoamericano, que hay quienes dicen que es el primero, que el
Nuevo Periodismo habría nacido en Latinoamérica, antes de Tom Wolfe, y ejemplo
de ello serían las crónicas de José Martí y Rubén Darío, entre otros.
Se
habla de una diferencia importante entre el Nuevo Periodismo reivindicado por
Wolfe con el que se escribe en América Latina, y dice relación con que el
periodismo norteamericano tiene una mirada puesta en la celebridad, en explorar
lo relacionado a “los famosos”, en cambio en Latinoamérica esa mirada está
colocada en lo que no ha sido mirado antes, en el caso de Olas de Barro, en las
voces del pueblo.
El
libro también tiene otros estilos de crónica más europea, relatos en primera
persona, y con esto sabemos que Olas de Barro, por la historia que cuenta, pero
también por el estilo en lo que hace, por la apuesta estética que nos presenta
-mezcla de riguroso periodismo y de excelente literatura- va a ser un
importante documento histórico y de rescate de la memoria de Atacama. Bien se dice
que la crónica es un lenguaje anterior incluso al periodismo, y que lo que
pervive en la humanidad son precisamente los relatos, las historias.
Quien
en 10, 50 o 100 años, busque saber qué ocurrió en Atacama en los aluviones de
2015 tendrá en estas hojas una real respuesta. Pero no sólo de qué ocurrió el
25M, de cómo vivíamos también, porque los testimonios son un relato de cómo
vivimos en Atacama. Mujeres que enfrentaron el barro solas con sus hijos porque
eran los días de turno de sus maridos en la faena 7 x 7. El negocio del agua
embotellada en la región. Temporeras durmiendo en containers en el valle.
Se
dice que con el periodismo literario – género del cual Jéssica hace gala con
excelencia en este texto y también en otros trabajos anteriores- el o la periodista pasa de ser un mero
reproductor a ser también un creador, que logra a través de su historia
construir la realidad de una manera distinta, reduciendo la distancia entre
quien narra, las o los protagonistas de sus historias y los lectores.
Eso
es lo que hace Jéssica en Olas de Barro. En opinión de quien habla, a
diferencia de lo que hemos visto en otros trabajos sobre el 25M, Olas de Barro
logra mostrar lo que vimos, sentimos, vivimos quienes estuvimos esos días en la
región.
Se
muestran los aluviones en imágenes casi cinematográficas: olas de barro que
ingresan a las casas; un parto en el cerro en medio de la noche; sonidos de helicópteros
en trabajos de rescate; una familia que come sopaipillas reunida en una mesa sobre
el barro; un padre sentado frente al memorial de su hijo, el bombero mártir, en
pleno desierto. Y claro está que la fuerza en este trabajo –que lo que lo distingue
de otros-, está dada por la voz de las y los protagonistas.
Protagonistas
a quienes se les respetó sus formas de expresión, la que quedó plasmada sin
acomodos, sin buscar el preciosismo en el lenguaje. Nuestra habla, la forma en
que nos comunicamos, dice tanto del lugar que habitamos, del cuándo y cómo
vivimos, por eso la poliglosia del texto no hace más que enriquecerlo y
reafirmar, por una parte, el compromiso de la autora con la verdad, y por otra,
del respeto por quienes entregaron sus testimonios.
Las voces
del texto se amplían con las crónicas de otros autores. “La vida en tres
kilómetros” de Christian Palma, crónica brillante, emotiva, sobresaliente.
Pamela Ydígoras con una mirada crítica que nos recuerda que todo desastre no es
sólo natural sino principalmente social. Cristian Muñoz que nos cuenta cómo
Jéssica, la autora, es también protagonista y afectada por el 25M, entre otras.
Parte
de la esperanza dice Jessica de este trabajo “es aprender de la experiencia y
que este libro sea eso, un rescate de la memoria pero también que quienes
mañana deban tomar decisiones tomen en cuenta lo que vivieron las personas
afectadas”.
Acá
queda este libro para la historia de Atacama. Con testimonios de nuestra gente
que nos hablan de la importancia de lo colectivo; de cómo luego de una
emergencia se logra recuperar la dignidad de las personas; de la necesidad de
avanzar en derechos para trabajadoras históricamente postergadas; de como los
seres humanos mostramos nuestro mejor y nuestro peor lado ante la adversidad; de
la importancia de escuchar la opinión de la población en un proceso de
reconstrucción; de cómo conviven naturaleza y minería, entre otros temas y
cuestionamientos que ustedes van a descubrir al leer el libro.
Para terminar,
reiterar que estamos ante un tremendo testimonio histórico del Atacama de hoy. De
cómo vivimos, como sobrevivimos en el norte minero, como nos recomponemos. Nada
más que invitarlas e invitarlos a leerlo.